domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Qué fuerza extraña me impide decirle a mi madre todo lo que la quiero?

Me suelo preguntar por qué me guardo las cosas, por qué no quiero que nadie sepa mis sentimientos, por qué soy cerrada incluso con mis amigas, pero también me pregunto ¿Es que acaso a la gente le interesa algo mis impresiones, pasiones o emociones, lo que se mueva dentro de mi, lo que me impulse a realizar una acción o lo que me haga quedar callada en las clases de filosofía? Para ser sincera, no lo se, nunca me he preguntado tantas cosas desde que empecé el curso y sobre todo, desde que empecé a conocer qué es la filosofía y aprendí el sentido de filosofear.

Pero nada de esto anterior me importa en este ensayo que voy a comenzar. Lo que de verdad me corre por la mente, siempre muy rápido porque nunca me paro a pensarlo, es el por qué no le digo a mi madre cuánto la quiero, cuánto la necesito, que lo más probable es que mi mundo se cayera si ella no estuviese a mi lado, que me importa demasiado, más que el chico que me vuelva loca o las mil amigas con los que paso algunas tardes.
No lo entiendo, siempre la tengo tan cerca y no soy capaz de decirle nada, será porque me dará vergüenza o porque tendré pánico al achuchón de besos que mi acción conllevará, pero creo que no son ni las mínimas excusas para no poder gritarle, que me muero por estar en sus brazos toda una eternidad o dos si hiciera falta. Y es que lo único que me sale del interior, cuando veo a mi madre cerca es un pequeño suspiro que me mata por dentro y que espero que siempre que lo oiga lo interprete como algo bueno, porque lo es.

Todos los días que subo algo al blog, algún ensayo, textos, comentarios, todo, todo se lo enseñó posteriormente a mi madre para que me juzgue, aunque no sea muy buena juzgándome porque es la que me trajo a este mundo tan efímero y siempre me lo hace positivamente. A lo que quiero llegar, es que una vez haya terminado esto, no voy a ser capaz de enseñárselo, ni incluso decirle que he hecho una entrada de ella y que se me ha quedado corta. Pero ¿por qué?, ¿son sus incitantes llamadas a todas horas para saber mi paradero las que me echan para atrás? ¿Son sus terribles sermones que pueden durar horas? ¿O sus preguntas e informes que me hace de mis amigos? ¿Qué clase de realidad, o de fuerza me hace no poder decirle todo lo que siento, todo lo que le agradezco que me haya convertido en una señorita hecha y derecha? Y lo más importante, ¿cómo puedo quitarla, destruirla, avasallarla, derribarla?  Porque me hace falta quitarme esa sensación de encima y ya no por mí, si no por mi madre que le gustaría estar al tanto, creo yo.

Sí, mi madre también son de las que cada vez que estoy en el ordenador viene a darme un beso para ver qué estoy haciendo, son de las que se emocionan con cualquier tonterías y encima te hace emocionarte a ti también, son de las que me coloca la ropa los sábados cuando dejo la habitación como una leonera, para luego ponerme lo que en un principio me dijo ella, son de las siempre me viene con refranes de las mentiras, son de las que me trae mil cosas para comer, aún diciéndole que no tengo más hambre que voy a terminar explotando como una bombona. Es muchas cosas, pero por encima de todos sus defectos la quiero tanto que no podría concretarlo con un número porque si lo dijese, no existiría.
Le hecho cosas en cara, me enfado, soy inmadura en ciertos momentos pataleo cuando no tengo lo que quiero, grito, lloro por su actitud ante ciertas situaciones, pero nunca le digo lo bueno. Me gustaría decirle que cuando llega el día de su cumpleaños no tengo la menos idea de qué regalo comprarle, porque pienso que todo es poco para lo que se merece, me encantaría dedicarle un trillón de hojas y no se me acabarían las palabras para definirla, porque es ella, la persona que me acoge, que me da consejos, que me mima, que me ayuda, que me salva de los castigos infernales de mi padre que también le quiero, por cierto.

Si a nadie le ocurriera esto, empezaré a replantearme todas aquellas preguntas que me hice al principio del ensayo y pensaré que es un problema que tengo que empezar a solucionar en este mismo instante, pero de momento es una duda que me desgasta. Aparte de lo que ya sabía sobre mi madre, lo que saco en claro de este ensayo es que jamás en la vida encontraré una ternura mejor, más profunda y desinteresada que la de ella, que la de todas vuestras madres.

Es más desde aquí hago un llamada para que todos aquellos que lean este ensayo intenten expresar a su madre todo lo que sienten por ella, porque YO LO VOY HA HACER.

2 comentarios:

  1. Me ha parecido muy bueno, entretenido y divertido tu ensayo Elena, well done!

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  2. Muchas gracias Jesús es que me parece algo a lo que no le damos mucha importancia de lo que de verdad, la tiene. Lo he querido hacer "divertido" dentro de mi humor malo, como ya lo conoces, pero a la vez sincero y realista a la hora de enfrentarme a una situación. Y te diré más no he tenido la oportunidad todavía de leérselo a mi madre.
    Pd: Pepi, I'm lost..jaja

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